Por Mohamed Jamil Derbah
Presidente-Gerente del Grupo de Comunicación Sopl de Canarias
Empresario turístico, consejero especial del Primer Ministro de Guinea-Bissau y asesor internacional de países africanos
El acuerdo alcanzado entre el Gobierno de España y el Ejecutivo de Canarias sobre la distribución de menores migrantes no acompañados representa un avance significativo en la gestión de un desafío humanitario que interpela nuestra capacidad de solidaridad y responsabilidad colectiva. Quiero felicitar a ambas partes por dar este paso fundamental, que sienta las bases para una respuesta estructurada y equitativa a una situación que ha puesto a prueba, en los últimos años, la capacidad de acogida de Canarias y Ceuta.
La decisión de establecer criterios basados en la población, el PIB per cápita y el esfuerzo previo de acogida es un acierto. Estos factores permitirán una distribución más justa y solidaria, evitando que las comunidades más expuestas a la llegada de menores sigan soportando una presión desproporcionada. Es crucial que cada territorio asuma su cuota de responsabilidad en este desafío, pues la migración infantil no es un problema exclusivo de unas pocas regiones, sino un reto de país y, en última instancia, un compromiso global con la dignidad humana.
Sin embargo, este acuerdo debe ser solo el principio. Aún queda por definir la distribución exacta y, más importante aún, garantizar que los menores migrantes reciban una acogida digna y unas condiciones que les permitan construir un futuro con oportunidades. La atención debe ir más allá de la mera reubicación: es necesario fortalecer los recursos de integración, educación y protección, asegurando que estos niños y adolescentes puedan desarrollarse plenamente en nuestra sociedad.
Por ello, hago un llamado a todas las administraciones y actores implicados a no bajar la guardia. La gestión migratoria requiere una planificación a largo plazo, políticas sostenibles y, sobre todo, una visión humanitaria que coloque en el centro a los menores. Este es un momento clave para demostrar que España, y especialmente Canarias, no solo son puertas de entrada, sino también tierras de acogida, inclusión y esperanza. Sigamos trabajando en esta dirección, con responsabilidad y determinación.