«Europa no puede seguir ignorando el drama humano que ocurre en sus propias costas; es hora de actuar con soluciones reales y coordinadas»Mohamed Jamil Derbah .
Sodecanarias.net / Adeje
En los últimos años, Canarias ha sido y sigue siendo, testigo de un fenómeno que no solo preocupa, sino que exige respuestas: la llegada masiva de pateras cargadas de personas que buscan desesperadamente una vida mejor. Este hecho, que se repite con una frecuencia alarmante, nos recuerda que la inmigración no es solo un asunto de números o políticas migratorias; es, sobre todo, una cuestión de humanidad.
Mohamed Jamil Derbah, consejero especial del primer ministro de Guinea-Bisáu y presidente del grupo de comunicación Sol de Canarias, ha lanzado una advertencia que debemos tomar en serio. No podemos seguir mirando hacia otro lado mientras miles de personas arriesgan su vida en el mar. Detrás de cada patera que llega a las costas canarias hay historias de sufrimiento, familias que se ven obligadas a separarse, y personas que abandonan todo lo que conocen para lanzarse al océano con la esperanza de encontrar, al otro lado, una oportunidad de sobrevivir. La imagen de los menores inmigrantes no acompañados es especialmente desgarradora: niños y adolescentes que, en lugar de estar jugando o aprendiendo en las aulas, se enfrentan a un futuro incierto, lejos de sus hogares y con el peso de una vida de supervivencia prematura.
Este fenómeno es el reflejo más claro del fracaso de las políticas migratorias tanto en Europa como en España. La comunidad internacional no ha sabido ofrecer respuestas a las causas que impulsan esta migración desesperada: la pobreza extrema, la falta de oportunidades, la violencia y la inestabilidad en los países de origen. Los migrantes que llegan a nuestras costas no lo hacen porque quieren, sino porque no tienen otra opción. Abandonan sus hogares no solo en busca de una vida mejor, sino de la posibilidad misma de sobrevivir.
El problema no reside únicamente en cómo gestionar la llegada de inmigrantes, sino en cómo evitar que miles de personas se vean forzadas a jugarse la vida en el mar. Es urgente que España y la Unión Europea tomen medidas serias y efectivas que aborden las causas de la migración. Esto no se resolverá construyendo muros más altos o endureciendo las fronteras; se resolverá colaborando con los países de origen, generando oportunidades para que las personas no se vean obligadas a huir.
Las cumbres y reuniones internacionales sobre inmigración han sido, hasta ahora, en gran parte papel mojado. Promesas que no se cumplen, acuerdos que no se implementan, mientras las pateras siguen llegando y las tragedias humanas se multiplican. Las políticas migratorias deben ser replanteadas desde un enfoque más humano y realista, que priorice el bienestar de las personas y ofrezca soluciones duraderas a largo plazo.
La inmigración es un fenómeno global que no se puede gestionar de manera aislada o con medidas cortoplacistas. Europa tiene la responsabilidad de liderar un esfuerzo conjunto que proteja a los migrantes y aborde las causas profundas de este drama. Es inaceptable que, en pleno siglo XXI, el único camino que muchas personas encuentren para mejorar su vida sea el de arriesgarlo todo en una patera.
El caso de los menores no acompañados exige, además, una atención urgente. Estos jóvenes no solo llegan desprotegidos y vulnerables, sino que se enfrentan a una realidad desconocida, lejos de su hogar y sin apoyo familiar. Europa debe actuar con mayor responsabilidad en la protección de estos menores, ofreciendo soluciones que garanticen su bienestar y su futuro.
La advertencia de Mohamed Jamil Derbah no debe quedar en el aire. Canarias, como frontera sur de Europa, no puede seguir soportando en solitario el peso de esta crisis. Se necesita una política migratoria europea que sea justa y eficaz, que entienda que la inmigración no es solo un problema a gestionar, sino un derecho a proteger. Y que, sobre todo, aborde la migración con la humanidad que esta tragedia exige.
La migración no desaparecerá mientras continúen las desigualdades globales. Pero lo que sí puede cambiar es la manera en que Europa y el resto del mundo afrontan este fenómeno. Las soluciones deben ir más allá de la contención de flujos migratorios; deben centrarse en la dignidad de las personas que llegan a nuestras costas y en la creación de oportunidades en sus países de origen. Las palabras y promesas vacías deben dejar paso a las acciones concretas. Solo así podremos frenar este drama humano.
Hoy, más que nunca, es el momento de actuar. Las vidas de miles de personas dependen de ello.