El secretario de Estado Marco Rubio enfrenta frustraciones por su escasa influencia en la política exterior, mientras el presidente toma decisiones de forma unilateral en medio de crecientes tensiones internacionales.
Soldecanarias.net / Redacciòn
l gobierno de Donald Trump empieza a mostrar las primeras señales de fractura a tan solo mes y medio de asumir el poder. Aunque el presidente ha intentado proyectar una imagen de unidad, la tensión interna se hace cada vez más evidente, especialmente con la creciente frustración del secretario de Estado, Marco Rubio, quien parece estar perdiendo terreno dentro de la administración.
Durante un discurso ante el Congreso, Trump elogió a casi todos los miembros de su gabinete, pero en su mención a Rubio, el tono fue más ambiguo, sugiriendo que el secretario de Estado podría ser el primero al que culpar si algo sale mal en su gestión. La situación llegó a su punto más crítico durante una reunión con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski, cuando Rubio, visiblemente incómodo, no pudo ocultar su malestar al ver cómo Trump y su vicepresidente, JD Vance, adoptaban una postura agresiva con el líder ucraniano. Mientras Vance confrontaba directamente a Zelenski, Rubio parecía sumido en sus pensamientos, casi ajeno al conflicto en la sala.
Este episodio no fue aislado. Fuentes cercanas a la Casa Blanca aseguran que Rubio ha estado cada vez más aislado en las decisiones de política exterior. Aunque ocupa el cargo de secretario de Estado, se ha convertido en un espectador de las decisiones clave que toma Trump y su círculo cercano. Según fuentes dentro de la Casa Blanca, Rubio se siente como el último en enterarse de las acciones que toma la administración, lo que ha alimentado su frustración.
En el frente internacional, Trump ha comenzado a tomar decisiones contradictorias, especialmente en relación con Rusia. Después de elogiar a Vladimir Putin durante la campaña, ahora amenaza con sanciones a Rusia hasta que firme la paz con Ucrania, una postura que contrasta con la cercanía que había mostrado en sus primeros días de mandato. Esta inestabilidad en la política exterior no hace más que reflejar las grietas internas dentro de la administración, donde la falta de coherencia en las decisiones podría comenzar a socavar la imagen de unidad que Trump había prometido.
Mientras tanto, Rubio sigue luchando por encontrar su lugar en el nuevo orden establecido por el presidente, y aunque en público mantiene su lealtad, las tensiones entre ambos se hacen cada vez más difíciles de ocultar.


