Estados Unidos estudia golpear el corazón del negocio petrolero ruso, con medidas contra la “flota fantasma” y los intermediarios que sostienen las exportaciones de crudo, según Bloomberg.
Soldecanaraias.net / Redacciòn
Estados Unidos se prepara para dar un nuevo giro de tuerca a la presión económica sobre Rusia. La Administración estadounidense trabaja en una nueva ronda de sanciones dirigida al sector energético ruso que se activaría si el presidente Vladimir Putin rechaza un eventual acuerdo de paz con Ucrania, según ha informado Bloomberg News citando a fuentes conocedoras de las deliberaciones internas en Washington.
El foco de las medidas estaría puesto en uno de los pilares que aún sostienen las finanzas del Kremlin: la exportación de petróleo. Entre las opciones que se barajan figura actuar contra los buques de la llamada “flota fantasma”, una red de petroleros envejecidos, con banderas de conveniencia y propietarios opacos, que Rusia utiliza para esquivar las restricciones occidentales y colocar su crudo en mercados internacionales. También se contemplan sanciones contra los comerciantes e intermediarios que facilitan estas transacciones, una pieza clave para mantener el flujo de ingresos energéticos.
Aunque Reuters no ha podido confirmar de forma independiente la información, Bloomberg asegura que las nuevas medidas podrían anunciarse incluso esta misma semana. La Casa Blanca y el Departamento de Estado evitaron hacer comentarios, manteniendo la ambigüedad estratégica habitual en este tipo de movimientos, mientras se evalúa el impacto diplomático y económico de un paso que podría tensar aún más la relación con Moscú.
El debate no es nuevo, pero sí adquiere un cariz más urgente en el actual contexto de guerra prolongada y estancamiento diplomático. Según el informe, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, ya abordó esta posibilidad en una reciente reunión con embajadores europeos, un indicio de que Washington busca coordinar su ofensiva económica con sus aliados para maximizar su eficacia y evitar fisuras en el frente occidental.
Desde el inicio de la invasión de Ucrania, Estados Unidos y la Unión Europea han impuesto múltiples paquetes de sanciones contra Rusia, incluyendo topes al precio del petróleo y restricciones financieras. Sin embargo, Moscú ha logrado amortiguar parte del golpe gracias a la reconfiguración de sus exportaciones energéticas y al uso de canales alternativos que ahora vuelven a estar en el punto de mira.
La advertencia implícita de Washington es clara: si el Kremlin opta por prolongar el conflicto y rechazar una salida negociada, el coste económico será aún mayor. Para la Administración estadounidense, el objetivo no es solo castigar, sino reducir la capacidad de Rusia para financiar la guerra. La incógnita, una vez más, es si la amenaza de sanciones más duras será suficiente para alterar el cálculo político de Putin o si, por el contrario, añadirá un nuevo capítulo a la escalada de presión y resistencia que define el conflicto desde hace casi cuatro años.


