Editorial / Opinion
Por Mohamed Jamil Derbah, consejero del Primer Ministro de Guinea-Bisáu
En los últimos días, la crisis migratoria que afecta a Canarias ha vuelto a ocupar el centro del debate político. La situación, que ya de por sí es grave, se ha complicado aún más por las diferencias de postura entre los actores políticos implicados, tanto a nivel local como nacional. Como empresario con una larga trayectoria en Tenerife y consejero del Primer Ministro de Guinea-Bisáu, me veo en la obligación de hacer un llamado a la cordura y al entendimiento entre todos los actores políticos, independientemente de su ideología o filiación partidista, para encontrar una solución conjunta a esta situación.
Canarias no es ajena a los desafíos que presenta la migración. Durante años, las Islas han sido un punto de tránsito y acogida para miles de personas que huyen de la pobreza, los conflictos y la desesperación. La región ha asumido, con gran sacrificio y generosidad, una responsabilidad que va más allá de su capacidad, en un contexto de limitados recursos y una infraestructura de acogida que ya estaba a máxima capacidad antes de la llegada de miles de menores no acompañados.
Es innegable que la presión sobre las Islas es insostenible, pero también es cierto que Canarias no está sola. Al igual que en otros momentos de la historia, cuando diferentes regiones de España han enfrentado crisis de diversa índole, hoy en día es más necesario que nunca que todos los actores políticos trabajen de manera conjunta para abordar un problema que afecta a toda la sociedad. La migración no es un fenómeno que pueda ser resuelto exclusivamente a nivel local o regional; requiere una cooperación activa entre las instituciones estatales, autonómicas, europeas y las organizaciones internacionales. Este es un problema que debe ser afrontado con visión global y soluciones solidarias, que trasciendan las fronteras partidistas y los intereses inmediatos.
Lamentablemente, las últimas intervenciones de algunos responsables políticos, como las manifestadas por el presidente de Canarias, Fernando Clavijo, y sus críticas al Partido Popular, reflejan una falta de unidad que debilita la capacidad de la región para hacer frente a la crisis. La política debe servir para encontrar soluciones, no para dividir aún más a los ciudadanos. Criticar y señalar a otros partidos no resuelve la situación; al contrario, fomenta la confrontación y desvía la atención de lo que realmente importa: encontrar una respuesta integral y solidaria a la crisis.
Es esencial que el Partido Popular, tanto a nivel nacional como en Canarias, reconozca la responsabilidad compartida en la gestión de la migración. El argumento de que Canarias debe enfrentarse en solitario a la crisis no solo es injusto, sino también insostenible. La cooperación de otras comunidades autónomas, especialmente aquellas que tienen recursos y capacidad para contribuir, es imprescindible. El gobierno central, liderado por Pedro Sánchez, debe liderar con firmeza y empatía, garantizando que no se deje a las Islas en la periferia del debate nacional.
Sin embargo, también debemos ser realistas. Las Islas no deben esperar que las soluciones lleguen exclusivamente desde Madrid. En Canarias tenemos que ser conscientes de que la solidaridad debe ser mutua, tanto entre las Islas como con el resto del país. Esto implica no solo la distribución equitativa de los menores migrantes, sino también una reflexión más profunda sobre las políticas de acogida y la inversión en infraestructuras para poder hacer frente a las demandas de una crisis de estas dimensiones.
El momento actual exige que todos los actores políticos, independientemente de sus diferencias ideológicas, dejen de lado el egoísmo y trabajen con una visión común: la de un futuro más solidario, más justo y más capaz de ofrecer soluciones a los problemas reales de los ciudadanos. El bienestar de nuestros jóvenes, de los menores migrantes que llegan a nuestras costas, no debe ser una moneda de cambio en los debates partidistas. Es nuestra responsabilidad como sociedad, y como región que ha sabido enfrentarse a la adversidad, ofrecer una respuesta que esté a la altura de los valores que nos unen.
En lugar de confrontar, es hora de colaborar. Es hora de ser valientes y construir juntos una Canarias que no se sienta abandonada, sino respaldada por el resto de España y Europa. Es hora de que la política se convierta en una herramienta de unidad, no de división. El futuro de Canarias, de los menores que acoge y de las futuras generaciones, depende de nuestra capacidad para trabajar juntos en busca de soluciones, con solidaridad, sentido común y visión de futuro.
Este es el momento de demostrar que, como sociedad, somos capaces de ser más grandes que nuestras diferencias y que la política puede ser un puente y no un muro.


