A un año del devastador terremoto que sacudió Marruecos, la recuperación de las comunidades afectadas aún enfrenta desafíos significativos. El seísmo de magnitud 6,8, ocurrido el 8 de septiembre de 2023 en las montañas del Alto Atlas, dejó un saldo trágico de más de 2.900 vidas y causó daños extensos en varias provincias, incluyendo Al Haouz, Chichaoua, Taroudant, Ouarzazate y Azilal.
Daños y Desplazamientos
El terremoto destruyó o dañó gravemente alrededor de 59.674 viviendas, afectando a unas 300.000 personas, de las cuales un tercio eran niños. Las aldeas, muchas de ellas construidas con adobe, quedaron en ruinas, obligando a los residentes a vivir en condiciones precarias. A pesar de los esfuerzos por reconstruir, muchas familias todavía se encuentran en tiendas de campaña mientras esperan la reconstrucción de sus hogares.
Avances en la Reconstrucción
Las autoridades marroquíes han emitido 55.142 permisos de reconstrucción y han avanzado en la rehabilitación de 49.632 viviendas hasta la fecha. Sin embargo, la espera es larga para aquellos que aún no han recibido ayuda. En Ouirgane, un pequeño pueblo de la provincia de Al Haouz, la situación es especialmente difícil. «Nuestro hermoso pueblo ha sido destruido y nunca volverá a ser el mismo,» lamenta Fátima, residente de Ouirgane. «Hay familias que aún viven en tiendas de campaña y la situación es crítica.»
Apoyo del Gobierno y Desafíos Persistentes
El Gobierno marroquí ha ofrecido apoyo financiero a las familias afectadas, proporcionando 2.500 dirhams (230 euros) mensuales a 63.862 familias y una primera entrega de 20.000 dirhams (alrededor de 1.800 euros) para la reconstrucción de viviendas. A pesar de estas medidas, muchas familias siguen enfrentando dificultades. Fátima, por ejemplo, ha vivido del subsidio gubernamental durante un año, mientras que su hijo Aziz ha estado desempleado debido a una enfermedad.
Impacto en el Turismo y la Vida Cotidiana
En Ouirgane, el turismo, una fuente importante de ingresos, se ha visto gravemente afectado, exacerbando los problemas económicos de los residentes. «La mayoría de los habitantes trabaja en el campo o en el turismo, y hemos perdido muchas de esas oportunidades», explica Fátima. La llegada del invierno plantea nuevas preocupaciones para las familias que todavía viven en condiciones precarias.
Perspectivas Futuras
Con la llegada del invierno y las temperaturas en descenso, la situación se torna más urgente. Las comunidades afectadas esperan que las obras de reconstrucción se aceleren para que puedan regresar a una vida normal. Mientras tanto, continúan recibiendo apoyo de las autoridades, organizaciones y de los propios habitantes de la región, en un esfuerzo por superar las secuelas del devastador terremoto.
A medida que se cumplen los primeros doce meses desde el desastre, la esperanza y la resiliencia de las comunidades afectadas siguen siendo un testimonio del espíritu de solidaridad y la determinación para reconstruir lo perdido.


