Más de 800 drones y 13 misiles impactan 33 localidades; Trump anuncia estar preparado para nuevas sanciones, sin detallar alcance ni calendario
Soldecanarias.net / Redacciòn
En la madrugada del domingo 7 de septiembre de 2025, Rusia lanzó la ofensiva más intensa desde el inicio de la guerra en Ucrania, utilizando 810 drones y 13 misiles que alcanzaron 33 localidades ucranianas, incluida por primera vez la sede del Consejo de Ministros en Kiev. El ataque dejó al menos cuatro muertos y decenas de heridos, y provocó daños significativos en infraestructuras críticas de la capital.
La Fuerza Aérea de Ucrania informó que interceptó más de 700 drones y varios misiles, aunque no logró evitar que algunos alcanzaran objetivos estratégicos. Entre las víctimas se encuentra una madre y su bebé de apenas tres meses, lo que subraya la gravedad humanitaria del ataque.
El bombardeo ha sido interpretado por Kiev y sus aliados como un intento de Rusia de presionar diplomáticamente y mostrar que no está dispuesta a detener la contienda. En respuesta, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, declaró desde la Casa Blanca que está preparado para aplicar una segunda fase de sanciones a Moscú, aunque no ofreció detalles sobre el momento ni la magnitud de estas medidas.
La reacción internacional ha sido inmediata. Líderes europeos como Emmanuel Macron y Keir Starmer condenaron el ataque, reiterando su apoyo a Ucrania y solicitando la ampliación de sanciones contra Rusia, así como la reducción de la dependencia energética europea del país invasor.
Analistas internacionales advierten que este ataque marca un punto crítico en la guerra, al demostrar la capacidad de Rusia de golpear la capital ucraniana de manera sistemática, mientras que las esperanzas de una solución diplomática se vuelven más difusas.
El contexto político añade tensión: la declaración de Trump sobre sanciones se produce en medio de recientes negociaciones con Moscú, que han sido cuestionadas por no garantizar avances concretos hacia la paz. Mientras tanto, Ucrania y sus aliados europeos mantienen la presión para aislar económicamente a Rusia y aumentar el apoyo militar a Kiev.
Con este ataque, la guerra entra en una nueva fase de alta intensidad, en la que la seguridad de la población civil y la estabilidad de las instituciones ucranianas se encuentran más amenazadas que nunca.


