Por Mohamed Jamil Derbah
Presidente del Grupo de Comunicación Sol de Canarias, presidente de Fuerza Canaria, empresario turístico y asesor internacional para países africanos
Soldecanarias.net / Adeje
Gestionar los designios de los ciudadanos no debería ser un ejercicio de poder, sino un compromiso de responsabilidad y servicio. Sin embargo, hoy vemos con preocupación cómo esa vocación de servicio público, que debería ser la esencia de la política, se encuentra cada vez más ausente. Y lo más preocupante es que este deterioro no solo se observa en las altas instituciones, sino que se está reproduciendo también en el ámbito municipal, en los ayuntamientos, donde la cercanía con el ciudadano debería ser el mayor valor.
En Tenerife, y especialmente en la comarca Sur, los ciudadanos perciben una política local más pendiente de los equilibrios internos, de los pactos y de los intereses personales que de resolver los problemas reales de los vecinos. Se gobierna con la vista puesta en los titulares o en los próximos comicios, y no en la gestión diaria que mejora la vida de la gente. Esa forma de hacer política copiada del peor estilo nacional está alejando a los ciudadanos de sus representantes y erosionando la confianza en las instituciones más cercanas.
La política municipal debe ser ejemplo de cercanía, eficacia y escucha activa. Es en los ayuntamientos donde se vive la verdadera política: la de las calles, los barrios, los servicios públicos, el empleo, la limpieza, la vivienda o la atención social. Pero para que funcione, hace falta algo que no se enseña en los manuales ni se improvisa en campaña: vocación de servicio.
No hay progreso sin gestión, ni gestión sin compromiso real. La comarca Sur de Tenerife, motor económico y turístico de la isla, necesita dirigentes que entiendan que su responsabilidad no termina en un pleno municipal ni en una foto institucional. Necesita servidores públicos, no administradores del poder.
La verdadera política nace de la voluntad de servir y del respeto por el ciudadano. Canarias no puede permitirse más tiempo en disputas estériles ni en luchas por sillones. Es momento de recuperar la esencia del servicio público, de poner el interés general por encima de los colores, y de volver a hacer de la política un instrumento útil, cercano y honesto.
Porque solo con vocación, responsabilidad y cercanía podremos construir una Canarias más justa, más eficiente y más digna para todos.


