La flota estadounidense refuerza su presencia en el Caribe mientras crecen el desconcierto y la paranoia en el chavismo
Soldecanarias.net / Redacciòn
El Palacio de Miraflores atraviesa días de máxima tensión. La presión ejercida por la Casa Blanca bajo el mando de Donald Trump ha encendido todas las alarmas en Caracas, donde el entorno de Nicolás Maduro reconoce un clima de desconcierto inédito. El despliegue de buques de asalto, submarinos nucleares y mensajes intimidatorios ha alimentado la sensación de que un conflicto armado ya no es un escenario lejano.
En apenas 24 horas, Trump anunció el hundimiento de una embarcación procedente de costas venezolanas y un exalto cargo estadounidense sugirió públicamente que el piloto presidencial habría negociado con Washington. Estos gestos, sumados a la creciente propaganda digital sobre supuestas deserciones militares y conspiraciones internas, han disparado la paranoia en el chavismo.
Maduro ha intentado mantener un canal de comunicación con Trump a través de Richard Grenell, con quien negoció licencias petroleras y liberación de presos a comienzos de año, pero la Casa Blanca parece haber endurecido su postura. El presidente venezolano incluso envió una carta apelando a un diálogo “franco y directo”, al margen del secretario de Estado Marco Rubio, cuyo tono agresivo contra el régimen es constante.
Mientras tanto, el chavismo se blinda. Se multiplican los entrenamientos militares en barrios populares y se difunden imágenes de maniobras y arengas de sus líderes. Sin embargo, el desgaste político es evidente: el movimiento ha perdido apoyos en las urnas y enfrenta la desafección de sectores sociales que en otro tiempo fueron su base más fiel.
Entre la propaganda y las maniobras, la incertidumbre se adueña de Miraflores. El temor a una invasión ya no es un fantasma retórico, sino una sombra que inquieta a la cúpula chavista.
