Mohamed Jamil Derbah (*)
He recibido con especial consternación la noticia que la enviada de la ONU a Libia, Hannah Tetteh, no ocultó su frustración por el fracaso de la Cámara de Representantes (HoR) y el Alto Consejo de Estado (HCS) a la hora de responder a su iniciativa e implementar su primera fase y luego la segunda fase, abordando las cuestiones polémicas de las leyes electorales, estableciendo así una base constitucional sólida y aceptable para la celebración de elecciones. Y esto indudablemente no es bueno para nadie y menos para el pueblo libio.
Parece que las dos cámaras sólo acordaron permanecer en el poder y mantener el status quo sin cambios. Esto a pesar de la acogida y respuesta del HCS a la iniciativa, la formación de un comité para estudiarla y evaluarla, expresar su opinión al respecto y presentar los resultados a los miembros en una sesión oficial para una votación unánime sobre su aceptación.
La convocatoria y puesta en marcha del diálogo estructurado servirá como una primera advertencia a la Cámara de Representantes y al Alto Consejo de Estado, y será el verdadero comienzo para superarlos. Si Tetteh no recibe un apoyo real del Consejo de Seguridad de la ONU u otros partidos internacionales influyentes, los resultados de la iniciativa serán limitados y probablemente no irán más allá de que los partidos políticos dividan sus acciones en una nueva autoridad ejecutiva.
Está claro que debemos superar todo esto. Creo en la fuerza del diálogo y el buen entendimiento entre las partes implicadas en este proceso. Es absolutamente necesario que todos se sienten y piensen en el pueblo libio tan necesitado de un gobierno único, fuerte, que nazca de las urnas y que tanto actúe dentro del país y fuera de él. Libia es un país que promete mucho y no puede tener dos vías, sino solo una y la grandeza debe venir de ambas, que consigan que el futuro sea del pueblo, que pueda expresar su voluntad. Libia no puede esperar eternamente así, sino de este modo, unidos y con un objetivo hacer de este país, algo grande y prometedor. Los libios se lo merecen. De verdad.
