Opinion / Mohamed Jamil Derbah
Como Consejero Especial del Primer Ministro de Guinea-Bisau, me veo en la necesidad de abordar un tema que, aunque ha sido examinado en numerosas ocasiones, sigue siendo de una urgencia apremiante: la dignidad del migrante. Cada día, miles de personas emprenden peligrosos viajes en busca de una vida mejor, y cada una de esas historias es un recordatorio de la profunda humanidad que hay detrás de la migración.
Las tragedias que enfrentan muchos migrantes no son incidentes aislados; son parte de un patrón que se repite a lo largo y ancho de nuestras costas. Aunque cada historia es única, todas comparten un hilo común: la búsqueda desesperada de oportunidades y la lucha por la supervivencia. Es inaceptable que, en nuestra era moderna, haya personas que se vean obligadas a arriesgar sus vidas en travesías mortales.
Es imperativo que reconozcamos que las causas de la migración son complejas y multifacéticas. Inestabilidad política, crisis económicas y desastres naturales son solo algunas de las fuerzas que empujan a las personas a abandonar sus hogares. Pero, más allá de las estadísticas y los informes, hay un aspecto que debemos tener siempre presente: la dignidad de cada ser humano que se aventura a cruzar fronteras.
Como sociedad, debemos comprometernos a escuchar estas historias y actuar en consecuencia. El periodismo juega un papel crucial en este proceso al dar visibilidad a las realidades a menudo ocultas de los migrantes. Sin embargo, la responsabilidad no recae únicamente en los medios de comunicación. Las administraciones locales y supramunicipales tienen un papel fundamental que desempeñar en la formulación de políticas que protejan los derechos de los migrantes y les ofrezcan alternativas viables.
Es esencial que se establezcan canales de colaboración entre los países de origen, tránsito y destino para abordar las necesidades de los migrantes de manera integral. Esto incluye la creación de programas que fomenten la integración social y económica, así como el fortalecimiento de los sistemas de apoyo que protejan a quienes se encuentran en situaciones vulnerables.
Debemos recordar que, detrás de cada cifra de migrante desaparecido, hay una familia, una historia y un sueño. La lucha por la dignidad del migrante es una lucha por la humanidad misma. No podemos permitir que las tragedias continúen sin respuesta. Es momento de que nuestros gobiernos tomen medidas decisivas, de que nuestra sociedad se comprometa a defender la dignidad de cada persona que busca una vida mejor.
En definitiva, la dignidad del migrante no es solo una cuestión política; es una cuestión de principios y valores fundamentales que deben guiarnos en nuestra búsqueda de un mundo más justo y solidario.
Mohamed Jamil Derbah
*Consejero Especial del Primer Ministro de Guinea-Bisau


