El fiscal jefe del Tribunal Penal Internacional está logrando cumplir con los principios de esta institución y actúa de manera equitativa tanto con el asunto israelí como con el libio.
Soldecanarias.net /La Haya
Karim Khan. Apunten ese nombre. Un fiscal que actúa con rigor, objetividad y equilibrio. La CPI es un mecanismo judicial independiente de último recurso que debe poder operar sin injerencias ni coacciones de índole política para garantizar que las víctimas que no tienen otra instancia a la que recurrir para recibir justicia por los crímenes contra la humanidad perpetrados contra ellas.
Y en ello está Kharim Khan a pesar de todos los obstáculos y los ataques que quieren desalojarlo de ese puesto tan importante en el escenario internacional y que no debe ni desdeñarse ni ignorarse. No olvidemos que La Corte Penal Internacional (CPI) es un tribunal internacional permanente que investiga y procesa a personas acusadas de cometer crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad o el crimen de genocidio cuando los tribunales nacionales no lo hacen. El Estatuto de Roma, tratado fundacional del IPC tiene 125 Estados miembros.
La Corte ha emitido órdenes de arresto contra Benjamin Netanyahu, Yoav Gallant y Mohammed Diab Ibrahim Al-Masri, y también contra altos dirigentes militares y civiles:
- el presidente ruso Vladimir Putin en 2023, por crímenes de guerra cometidos en Ucrania;
- el expresidente de Filipinas Rodrigo Duterte, por crímenes contra la humanidad cometidos durante la “guerra contra las drogas” de su gobierno. En marzo de 2025, las autoridades filipinas lo transfirieron a la IPC para hacer frente a los cargos;
- el expresidente de Sudán Omar Al Bashir, por crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y genocidio en Darfur;
- el jefe del Ejército de Resistencia del Señor, Joseph Kony, por crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad en Uganda.
El CPI fue creado como “tribunal de último recurso”: existe para procurar justicia en situaciones en las que los Estados no pueden o no quieren investigar o procesar auténticamente a la persona acusada. En muchas situaciones, sin la intervención del CPI los perpetradores de los crímenes más graves probablemente disfrutarían de impunidad perpetua. La idea es que el CPI mantenga viva la esperanza de que se rindan cuentas, y que actúe como un mecanismo sólido para frenar el abuso de poder y llevar ante la justicia a quienes lo ejercen.
Y no le ha temblado el pulso. Y además lo ha estado haciendo en Libia donde ha afirmado que “la mejora continua de la cooperación con las autoridades libias es importante en la estrategia para completar la fase de investigación. (…) Si somos reales y sinceros con que todas las vidas humanas importan por igual, la ley se tiene que aplicar en Libia como en cualquier otra situación” y lo hizo ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Está claro. Por eso lo apoyan muchos países africanos y de otros continentes. Es una garantía, sin duda.


