El Senado da luz verde definitiva a la propuesta impulsada por el Gobierno de Giorgia Meloni, que busca redefinir el equilibrio del poder judicial y promete una batalla política en las urnas esta primavera.
Soldecanarias.net / Redacciòn
Italia vive un momento de gran agitación política tras la aprobación definitiva en el Senado de la ambiciosa reforma judicial del Gobierno de Giorgia Meloni. Con esta votación, el Parlamento completa el proceso necesario para modificar la Constitución y abre el camino a un referéndum nacional que se celebrará en los próximos meses.
La reforma introduce una de las transformaciones más profundas en el sistema judicial italiano desde la posguerra: separa de manera estricta las carreras de jueces y fiscales, de modo que quienes elijan una de las dos vías no podrán cambiar de función a lo largo de su carrera. Además, rediseña el órgano de gobierno de la magistratura para reducir su peso corporativo y fortalecer los mecanismos de control institucional.
El Ejecutivo defiende la medida como un paso indispensable para agilizar los procesos judiciales, mejorar la transparencia y recuperar la confianza ciudadana en los tribunales. Según el Gobierno, el modelo actual genera conflictos de intereses y una excesiva proximidad entre jueces y fiscales, lo que ha alimentado durante décadas la percepción de un poder judicial politizado.
La oposición, en cambio, advierte que la reforma puede poner en riesgo la independencia de la justicia y abrir la puerta a interferencias del poder político. Diversas asociaciones de magistrados han manifestado su preocupación por el posible debilitamiento del principio de equilibrio entre poderes y por la eliminación de salvaguardas tradicionales.
El debate se trasladará ahora a las urnas. El referéndum de primavera se perfila como un momento crucial para el futuro institucional de Italia y para la propia Meloni, que busca consolidar su liderazgo con una victoria política de gran calado. Si el “sí” se impone, el país emprenderá una reestructuración judicial sin precedentes; si gana el “no”, la primera ministra sufrirá un duro revés que podría alterar el equilibrio político en Roma.
En cualquier caso, el proceso ha vuelto a situar la justicia en el centro del debate nacional y a reabrir una vieja cuestión italiana: cómo reformar el poder judicial sin debilitar los cimientos democráticos del Estado.


