El que fuera teniente alcalde y líder del PP en Granadilla, nunca se ha ido y ha estado en las bambalinas mangoneando el partido y está ha sido una de sus mejores jugadas
FUENTE: EDDC.NET / Santa Cruz de Tenerife
El nota es mi ídolo. Esteban González. Pepero, eso dicen, aunque más bien, banquero, que es su profesión y ahora y antes, empresario, de éxito, bueno, habría que verlo, pero por lo que se ve no le va mal, nada mal.
Granadilla por más señas. San Isidro, donde tenía su base de operaciones y donde en su tiempo Caja Siete forjó a muchos que luego fueron algo en política, alguno de ellos hasta alcalde y donde Esteban González se movió y bien hasta el punto que haciendo una oposición digamos cariñosa, no violenta, al contrario que la inolvidable Carmen Nieves, pudo entrar en el gobierno cuando cayó Jaime y todo el equipo.
Esteban gobernó y cuando se acabó su fiesta, pues dejó el Ayuntamiento y en cuanto al partido pues paso a un segundo lado y dejó que las nuevas generaciones se hicieran con los mandos, con un Marco, el del pan, amigos, se hiciera con las riendas y luego tras el golpe de Alirio, volver al poder, puro y duro.
Desde entonces y hasta el día de los avales falsificados, Esteban ha estado culebreando en la oscuridad, aprovechando sus relaciones, especialmente la que tiene con el amo supremo, Manuel Domínguez y con el alcalde de Santiago del Teide, Emilio Navarro. Relaciones magníficas. Tanto que sin ellas, Marco Antonio, el niño de los avales, no hubiera podido hacerlo, el asaltar el partido. Y el apoyo indisimulado de los altos mandos. No les ha importado lo que ha pasado en el partido, pero nada. Dos de sus concejales de baja y ahora en otro lado, denuncias, peña molesta y unas expectativas que no son nada halagüeñas.
Pero da igual. Esteban está ahí para que eso funcione. Y tiene que hacerlo. Se trata que Marco llegue a mayo, que salga, él y otro y que ambos sean llave con la camada socialista, que se haría con el poder municipal, sin problema, dejando a José Domingo fuera de combate. Conseguido eso, ya pueden imaginar el papel de Esteban. Vampiro estelar y a lo suyo.
Triste es, pero es lo que hay. Al fondo miramos una edición del Capital de Karl Marx. La infraestructura es para Esteban y la superestructura para Marco Antonio. Uno los negocios, el otro el gobierno, el pasteleo. Un tándem perfecto. Y eso que todos estos dicen que no les gusta ni Pablo ni Podemos, pero marxistas, así, lo son hasta la médula, sin mosca ninguna.


