El acuerdo entre Londres y Bruselas permitirá el regreso de los intercambios universitarios en 2027 y abre la puerta a un nuevo marco de movilidad juvenil, aunque persisten dudas sobre visados y burocracia.
Soldecanarias.net / Redacciòn
Nueve años después de que el Brexit cerrara de golpe las puertas de las universidades británicas a miles de estudiantes europeos, el Reino Unido da un paso simbólico y político de gran calado: su regreso al programa Erasmus. El acuerdo alcanzado entre el Gobierno laborista de Keir Starmer y la Comisión Europea marca el primer hito concreto en la anunciada “reconstrucción” de las relaciones con Bruselas y devuelve al ámbito académico un terreno de cooperación que nunca dejó de reclamarlo.
La reincorporación será efectiva a partir de enero de 2027, según el comunicado conjunto del comisario europeo Maros Sefcovic y el secretario de Estado británico para Europa, Nick Thomas-Symonds. Hasta entonces, universidades, centros de formación profesional y administraciones educativas tendrán que preparar un engranaje que quedó paralizado tras la salida británica de la UE y que afectó de lleno a la movilidad juvenil, uno de los pilares más visibles del proyecto europeo.
El impacto de aquella ruptura fue inmediato. En el curso 2018-2019, el último completo antes del bloqueo, más de 18.000 estudiantes británicos se desplazaron a países de la UE con becas Erasmus+, mientras cerca de 30.000 jóvenes europeos eligieron el Reino Unido como destino académico. Desde entonces, el flujo se redujo drásticamente, sustituido por programas nacionales menos ambiciosos y por una maraña burocrática que desincentivó los intercambios.
Por eso, la reacción al anuncio ha sido mayoritariamente entusiasta. “Es una noticia fantástica”, celebró Vivienne Stern, directora ejecutiva de Universities UK, que subrayó el valor transformador de Erasmus tanto para los estudiantes como para las instituciones. Para el sector universitario británico, el acuerdo supone también un alivio práctico tras años de gestionar visados, tasas y obstáculos administrativos que minaron la competitividad internacional del país.
Desde la comunidad académica española en el Reino Unido, el tono es similar. “Es un paso largamente esperado y una excelente señal de reconstrucción de la cooperación educativa tras el Brexit”, afirma Carlos Soler Montes, presidente de la Sociedad de Científicos Españoles en el Reino Unido (SRUK/CERU). A su juicio, la vuelta a Erasmus “corrige una anomalía” que perjudicó tanto a estudiantes como a universidades a ambos lados del canal de la Mancha.
No obstante, el entusiasmo convive con la cautela. La principal incógnita sigue siendo el régimen de visados, uno de los puntos más sensibles en el debate migratorio británico. “El sistema es caro, complejo y supone el mayor obstáculo para atraer talento”, advierte Igor Arrieta, director de Política Científica de la SRUK. La preocupación es compartida por docentes y centros educativos, que recuerdan que incluso los estudiantes necesitan visado para estancias relativamente cortas y que el coste en el Reino Unido es muy superior al de otros países comparables.
En el plano financiero, Londres se compromete a aportar 570 millones de libras en el primer año de su reincorporación, una cifra que incluye un descuento del 30% respecto a la contribución estándar de un país no miembro de la UE. El Gobierno británico aspiraba a una rebaja mayor, pero finalmente ha aceptado lo que ambas partes califican como un “equilibrio justo” entre costes y beneficios.
Más allá de las cifras y los plazos, el regreso a Erasmus tiene una fuerte carga simbólica. En las inmediaciones del Parlamento británico, manifestantes proeuropeos ondearon banderas de la UE al conocerse el acuerdo, como recordatorio de que el Brexit nunca logró borrar del todo los lazos académicos, culturales y personales entre el Reino Unido y el continente. La vuelta de los estudiantes no solo reabre aulas y campus: también reabre una conversación más amplia sobre el lugar del país en Europa.


