El comité de garantías de los populares lo tuvo claro y apostó por el aludido y a los que les pusieron las firmas, pues a llorar al valle
FUENTE: EDDC.NET / Santa Cruz de Tenerife
Uno dice, oye esto de los avales ‘falsificados’ que paso en la elección de presidente local del PP en Granadilla es un puto escándalo, un asunto incómodo, un aldabonazo a los dirigentes populares, los cuales se enfrentan ahora al escrutinio del pueblo. Pero curiosamente esto no les ha importado lo más mínimo. O están muy seguros o les da igual lo que les pase a los chicos y chicas populares en Granadilla.
El proceso que se dio el pasado año ha llevado al partido a su peor momento. Y no se puede disimular, incluidas las propias limitaciones del ahora candidato, pero al que todos los gerifaltes apoyan de manera indisimulada. Sorprende que Emilio Navarro lo da todo y se moja por Marco Antonio.
Pero no solamente el presidente de los populares en Tenerife, sino además el más grande de todos ellos, el capitán de la Puerta Negra, ex alcalde de Los Realejos. Cuando los afectados se dirigieron al partido y se pusieron en manos del comité de garantías, pensando en que se haría justicia, recibieron este palo en las costillas, perdón la respuestas, que por sí misma es admirable, ejemplar, pero de lo que no debe hacerse.
20 de marzo de 2023. Las Palmas. Secretario del comité autonómico de Derechos y Garantías del PP. Un escrito, pensado con esa elegancia que da el que te la claven y encima tienes que pedir perdón por ello.
El secretario se lo hizo, “según el reglamento marco del Partido Popular en su artículo 34.2, “el acuerdo de proclamación de candidatos podrá impugnarse por estos, por escrito ante el comité Organizador del Congreso, que en un plazo máximo de 24 horas, resolverá la impugnación, especificando los motivos en los que fundamenta su decisión”.
¿Qué paso? Pues les cayó este artículo y como no se impugno al candidato, pues no había que guardar los avales y tampoco había motivo para ello. Dichos avales tienen datos que deben ser protegidos. El secretario, discípulo de Sócrates, actuó cual sofista ateniense, al no impugnar para que quiero los avales, sin entrar si eran falsos o no, y sino los quiero, para que los guardo. Y sino los guardo en mis armarios, pues doy el siguiente paso ático, los destruyo.
“En cumplimiento de nuestro reglamento marco y del reglamento general de protección de datos de carácter personal, los avales fueron destruidos”.
Y luego se preguntan porque murió Sócrates. En este caso no solamente muere el aludido, sino todo el PP. ¿Los destruyeron? Eso parece. Así sin más. Ahora no hay caso y todos en las alturas contentos, pero sin saber que han manchado la marca, que han jugado con los procesos electorales internos y han arrojado una dura sombra sobre el candidato, porque estimados, si se metió en esto, imaginen si llega al poder, al que sea. Ay señor, que Dios nos confesados.


