Aumentan el acoso digital, los deepfakes y la influencia de la manosfera entre los jóvenes mientras crece la preocupación por la falta de control y educación digital
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El cibermachismo se intensifica y se diversifica
Las ciberviolencias machistas no solo crecen: se transforman y se adaptan a cada nueva tecnología. Así lo advierte la Fiscalía de Canarias, que constata un incremento de delitos como acoso, amenazas, coacciones o quebrantamientos de medidas judiciales cometidos a través de redes sociales y dispositivos digitales. La capacidad de actuar bajo anonimato y la complejidad de rastrear a los agresores ralentiza la investigación y dificulta la protección de las víctimas.
Idaira Alemán, trabajadora social y coordinadora del proyecto Por-No Hablar, define esta situación como “una tormenta perfecta”: anonimato, impunidad y una violencia normalizada que se traslada con facilidad al entorno digital. La irrupción de la inteligencia artificial —deepfakes pornográficos, falsificación de voz, generación de imágenes— ha multiplicado las formas de agresión y abierto un escenario que requiere respuestas ágiles y coordinadas.
La manosfera: discursos misóginos que seducen a los jóvenes
Uno de los fenómenos que más preocupan a quienes trabajan con adolescentes es el endurecimiento del discurso que consumen en plataformas digitales. Alemán señala que la manosfera —una red de comunidades que difunden mensajes antifeministas y deshumanizadores hacia las mujeres— está influyendo directamente en la socialización de chicos de 13 a 15 años. Muchos llegan a los talleres repitiendo argumentos que justifican la dominación masculina o que niegan la violencia de género.
Un informe del Centro Reina Sofía ya advertía de que estos espacios digitales funcionan como una referencia clave para la juventud: relativizan la violencia hacia las mujeres y legitiman discursos que niegan la desigualdad estructural.
Infancia y adolescencia: exposición temprana y vulnerabilidad
La violencia digital afecta de forma especialmente intensa a menores, expuestos a redes sociales sin supervisión adecuada y a contenido inapropiado o violento. El informe de la asociación de juristas Themis recuerda que la falta de madurez emocional, unida a una educación digital insuficiente, convierte a niñas y niños en objetivos fáciles de depredadores y dinámicas de ciberacoso, sextorsión o grooming.
Además, diversas investigaciones señalan que la pornografía se ha convertido en una de las formas de ciberviolencia más invisibles pero más dañinas. Cada vez más menores acceden a contenidos sexuales violentos antes de los 12 años, lo que, según Alemán, “moldea el deseo y la forma de entender las relaciones”. La pornografía que hoy circula —explica— erotiza el dolor, la humillación y la dominación, influyendo de manera determinante en la construcción del imaginario sexual de adolescentes y adultos.
Violencia estética y algoritmos que dañan la autoestima
La presión estética en redes sociales es otra forma de violencia que afecta especialmente a mujeres jóvenes. La psicóloga Cristina Gil alerta de que la exposición constante a filtros, cánones irreales y comparaciones permanentes está dañando gravemente la autoestima de las adolescentes. En estudios recientes, la mayoría afirma no sentirse suficientemente “válida” si no modifica su aspecto antes de subir una foto.
Esta distorsión de la autoimagen lleva a muchas chicas a evitar encuentros cara a cara o a plantearse operaciones estéticas desde edades muy tempranas. La industria de la belleza y las dinámicas de consumo en redes —como el skin care extremo en niñas— refuerzan esta presión.
Retos urgentes: leyes actualizadas, educación y responsabilidad tecnológica
Para Alemán, el problema es sistémico: plataformas y grandes industrias tecnológicas operan sin límites mientras se lucran con la viralización de contenidos violentos o sexualizados. Por ello, reclama actuar simultáneamente en tres frentes:
- Actualización legal para reconocer y perseguir las nuevas formas de violencia digital.
- Educación y acompañamiento a familias, docentes y profesionales sanitarios para detectar señales y prevenir daños.
- Responsabilidad tecnológica, exigiendo a las plataformas medidas efectivas para evitar que sus algoritmos expongan a menores a contenido dañino.
La asociación Themis subraya que es imprescindible formar a policías, jueces, abogadas y equipos psicosociales desde una perspectiva de género para investigar, sancionar y reparar adecuadamente estos delitos. Asimismo, aboga por crear protocolos específicos y fortalecer la prevención desde la educación y la concienciación.


