Las conversaciones en Riad marcan el primer paso hacia un acuerdo entre ambas potencias, mientras Europa se muestra dividida ante la ausencia de Ucrania y la Unión Europea en el proceso.
Soldecanarias.net / Redacciòn
En una reunión inédita en Riad, la capital de Arabia Saudí, Estados Unidos y Rusia han dado inicio a las conversaciones directas sobre el conflicto en Ucrania, sin la presencia de representantes ucranianos ni de la Unión Europea. Las delegaciones, encabezadas por el secretario de Estado de EEUU, Marco Rubio, y el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, se han reunido durante más de cuatro horas para acordar el establecimiento de grupos de negociación más profundos, con el objetivo de alcanzar una resolución duradera y sostenible para el conflicto.
El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, destacó la necesidad de llegar a un acuerdo que implique «concesiones» por parte de todas las partes involucradas, al mismo tiempo que elogió el rol de Donald Trump como el único líder global capaz de haber iniciado este proceso. Aunque los detalles de las conversaciones fueron escasos, Rubio insinuó que la Unión Europea, que también ha aplicado sanciones contra Rusia, deberá involucrarse en las negociaciones en el futuro.
Por su parte, el asesor presidencial ruso, Yuri Ushakov, subrayó que, aunque el progreso fue positivo, el presidente ruso, Vladimir Putin, no se reunirá con Trump en el corto plazo, y calificó de «prematuro» hablar sobre una fecha para la cumbre entre ambos líderes. No obstante, este encuentro en Riad representa un paso crucial hacia la estabilización de las relaciones bilaterales y una posible resolución del conflicto en Ucrania.
Uno de los temas más candentes de las conversaciones fue la cuestión de las sanciones impuestas por la comunidad internacional a Rusia, especialmente por parte de la UE. Además, las discusiones sobre el futuro de Ucrania y su relación con la OTAN siguen siendo una línea divisoria entre los dos países, pues Moscú se opone a cualquier expansión de la alianza atlántica hacia el este. En este sentido, Lavrov fue claro al afirmar que la presencia de tropas europeas en Ucrania sería «inaceptable», dado que consideraría que esto constituye una amenaza directa a la soberanía rusa.
A pesar de que las negociaciones avanzan, la ausencia de Ucrania y la UE en la mesa de diálogo ha generado preocupación tanto en Kiev como en Bruselas. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ya ha dejado claro que su país no aceptará ningún acuerdo que no contemple su futura adhesión a la OTAN. “No puedes quitarlo de la mesa. No funciona así”, advirtió Zelenski, remarcando que un acuerdo que excluya a Ucrania de la Alianza Atlántica podría generar más caos y conflicto en la región.
La falta de participación europea en las negociaciones también ha causado fricción dentro de la propia Unión Europea. Países como Alemania, España y Polonia se han mostrado cautelosos con respecto a la posibilidad de enviar tropas a Ucrania en el marco de un acuerdo de seguridad, mientras que líderes como el primer ministro británico, Keir Starmer, se han pronunciado a favor de garantizar la seguridad de Ucrania como una prioridad para la seguridad del continente. Francia, por su parte, ha instado a Europa a desarrollar una estrategia propia y más autónoma en términos de seguridad, sin depender exclusivamente de las decisiones de EEUU y Rusia.
El escenario europeo se encuentra dividido ante la nueva relación con Donald Trump, quien vuelve a estar al centro del debate tras su acercamiento a Moscú. Algunos países se muestran escépticos respecto a la influencia de Trump en las negociaciones, mientras que otros defienden su capacidad para mediar en la resolución del conflicto.
A medida que las conversaciones entre EEUU y Rusia continúan, la comunidad internacional observa con atención el desarrollo de los próximos pasos, conscientes de que cualquier acuerdo podría tener profundas repercusiones para la seguridad y la estabilidad de Europa en los años venideros.
Con el futuro de Ucrania y las relaciones transatlánticas en juego, las potencias mundiales se encuentran ante una oportunidad crucial para redefinir las dinámicas geopolíticas en el continente. Sin embargo, el camino hacia un acuerdo inclusivo que respete las aspiraciones de Ucrania y la soberanía de Rusia sigue siendo incierto, y las divisiones internas de Europa podrían complicar aún más los esfuerzos diplomáticos en los próximos meses.


