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jueves, noviembre 13, 2025

Cuando el atardecer se convierte en atasco: el Teide clama por regulación urgente

La belleza del ocaso desde el Parque Nacional arrastra cada día a decenas de vehículos, generando caos, impactos ambientales y serios riesgos de seguridad

Soldecanarias.net / Redacciòn

La postal que miles de personas buscan cada tarde en el Parque Nacional del Teide el sol ocultándose tras el horizonte volcánico, tiñendo de oro el cielo está dejando una estela menos poética: atascos, coches mal aparcados, invasión de arcenes y un entorno cada vez más degradado.

El colapso se concentra en puntos como Ayosa o Chipeque, donde se multiplican los vehículos —de alquiler y particulares— que invaden la calzada para captar con el móvil una imagen de ensueño. La doble fila ya es norma y no excepción. Los márgenes de la vía actúan como improvisados parkings, y el tráfico se vuelve impracticable mientras decenas de conductores maniobran como pueden en plena montaña.

La escena no es nueva. Es solo una de las muchas caras del turismo descontrolado que padece el principal parque nacional de Canarias, un espacio protegido que recibe cada año millones de visitantes y que sufre cada semana comportamientos que rozan lo insostenible. Tránsitos por zonas restringidas, pisoteo de flora endémica, basura en senderos y emisiones de gases contaminantes dibujan un panorama que preocupa —y mucho— a expertos y gestores.

Las imágenes difundidas por usuarios como @meteolamatanza en redes sociales, muestran una Ayosa completamente invadida por vehículos. La escena se repite en múltiples puntos del Parque Nacional. Lo que debería ser un santuario natural es hoy un parque temático sin entrada ni normas claras.

Aunque se ha hablado durante años de limitar el acceso motorizado al Teide, la falta de decisión política, las presiones de determinados sectores y la escasa vigilancia están permitiendo que el deterioro avance sin freno. “Es imposible sostener esto con el actual nivel de permisividad. Un entorno así no puede depender solo de la responsabilidad individual”, señalan desde colectivos ambientalistas.

Y es que, más allá de la estética de una foto viral, hay problemas reales: se pone en riesgo la seguridad vial en una carretera de alta montaña, se vulneran las normas del Parque y se empuja al Teide y su biodiversidad únicaal l ímite.

La necesidad de medidas contundentes es cada vez más evidente: regulación del tráfico, controles activos, cupos de acceso, transporte público eficiente y, sobre todo, una campaña pedagógica seria que explique que ver el Teide no puede seguir siendo sinónimo de colapsarlo.

El ocaso sobre el volcán seguirá siendo bello, pero la manera de contemplarlo debe cambiar si queremos que siga siéndolo en el futuro. El Teide no necesita más miradas… necesita protección.

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