El apoyo económico de Washington genera controversia en un país golpeado por la inflación y la deuda. Mientras Milei lo exhibe como un logro, sectores sociales y políticos lo ven como una intromisión inédita.
Soldecanarias.net / Redacciòn
En plena antesala de las elecciones legislativas argentinas, el país se encuentra en una encrucijada política y económica sin precedentes. El presidente Javier Milei, líder del partido La Libertad Avanza, ha hecho del rescate financiero otorgado por Estados Unidos uno de los ejes de su campaña: una ayuda millonaria que busca estabilizar las reservas del Banco Central y asegurar liquidez en medio de una economía golpeada por años de inflación y crisis recurrentes.
La reacción en Buenos Aires ha sido inmediata y polarizada. En barrios populares, se multiplican las pintadas que critican la intervención de Trump y de la Casa Blanca en la economía argentina, con consignas que advierten sobre la pérdida de soberanía económica. Al mismo tiempo, afiches del oficialismo exhiben la bandera estadounidense junto a los colores nacionales, proyectando el mensaje de que acercarse a Washington es “una garantía de estabilidad frente a China”, tal como afirma Milei.
El apoyo estadounidense, inédito en la historia reciente de Argentina, no solo tiene un efecto interno, sino que también marca un cambio en la geopolítica regional. Analistas internacionales observan cómo la estrategia de Milei busca consolidar un vínculo directo con Washington, en un contexto donde Brasil, México y otros socios latinoamericanos mantienen relaciones más equilibradas con China, Rusia y la Unión Europea.
Para la oposición peronista y sectores críticos de la sociedad, el rescate se percibe como una intromisión directa en la política interna. “No estamos hablando solo de economía, sino de soberanía. Depender de Washington para cubrir déficit estructurales tiene un costo político y social enorme”, asegura un dirigente opositor.
La intervención de EE. UU. también plantea preguntas sobre el futuro de la política exterior argentina. Si bien Milei la presenta como un salvavidas frente a la crisis, la jugada tiene implicaciones para la relación con Beijing, un socio comercial estratégico que sigue siendo el principal comprador de soja y carne argentinas.
A pocos días de los comicios, la narrativa de Milei “Peor es depender de China” se enfrenta al rechazo de amplios sectores sociales, reflejando la tensión entre pragmatismo financiero y soberanía política. Mientras tanto, Washington observa de cerca cómo su inusual respaldo puede inclinar la balanza en un país donde la historia reciente ha enseñado que los rescates siempre llegan acompañados de costos internos y expectativas inciertas.
